22.4.10

Leitura atual

Este libro es un desafío contra la afirmación más apreciada y esencial de la historia oficial: que el triunfo del capitalismo nasce de la libertad, que el libre mercado desregulado va de la mano de la democracia. En lugar de eso, demostraré que esta forma fundamentalista del capitalismo ha surgido en un brutal parto cuyas comadronas han sido la violencia y la coerción, infligidas en el cuerpo político colectivo así con en innumerables cuerpos individuales. La historia del libre mercado contemporáneo – el auge del corporativismo, en realidad – ha sido escrito con letras de shock.


(...)


Cualquier intento de responsabilizar a determinadas ideologías por los crímenes cometidos por sus seguidores debe plantarse con absoluta prudencia. Es demasiado fácil afirmar que la gente con la que no estamos de acuerdo no sólo se equivoca, sino también son tiranos, fascistas y genocidas. Pero también es cierto que algunas ideologías constituyen un peligro para la sociedad, y que deben ser identificadas como tales. Me refiero a las doctrinas fundamentalistas y reconcentradas, incapaces de coexistir con otros sistemas de creencias. Sus seguidores deploran la diversidad y exigen mano libre para poner en marcha su sistema perfecto. El mundo tal y como es debe ser destruido, para que su visíon pueda crecer y desarrollarse debidamente. Arraigada en las fantasías bíblicas de grandes inundaciones y fuegos místicos, esta lógica lleva ineludiblemente a la violencia. Las ideologías peligrosas son las que ansían esa tabla rasa imposible, que sólo puede alcanzarse mediante algún tipo de cataclismo.


(…)


“Fue el comunismo de carne y hueso el que impuso la represión en masa, que terminó creando un reinado del terror estatal”, escribe Stéphane Courtois, coautor do polémico El libro negro del comunismo. “Podemos decir que la ideología no tiene la culpa?” Por supuesto que no. Pero tampoco se puede deducir que todas las formas de comunismo sean intrínsecamente genocidas, como se ha dicho con total desparpajo. Ciertamente fueron interpretaciones doctrinales y dictatoriales de la teoría comunista que despreciaban la pluralidad las que llevaron a las ejecuciones masivas de Stalin y a los campos de reeducación de Mao. La dictadura comunista está, como debe ser, por siempre empañada por esos experimentos en sociedades reales.


¿Y qué hay de la cruzada contemporánea en pro de la libertad de los mercados mundiales? Los golpes de Estado, las guerras y las matanzas que han instaurado y apoyado regímenes afines a las empresas jamás ha sido tachados de crímenes capitalistas, sino que en lugar de eso se han considerado frutos del excesivo celo de los dictadores, como sucedió con los frentes abiertos durante la Guerra Fría y la actual guerra contra el terror. Si los adversario más comprometidos contra el modelo económico corporativista desaparecen sistemáticamente, ya sea en la Argentina de los años setenta o en el Irak de hoy en día, esa labor de supresión se achaca a la guerra sucia contra el comunismo o el terrorismo. Prácticamente jamás se alude a la lucha para la instauración del capitalismo en estado puro.


No estoy afirmando que todas las formas de la economía de mercado son violentas de por sí. Es perfectamente posible poseer una economía de mercado que no exija tamaña brutalidad ni pide un nivel tan prístino de ideología pura. Un mercado libre, con una oferta de productos determinada, puede coexistir con un sistema de sanidad pública, escolarización para todos y una gran porción de la economía – como por ejemplo una compañía petrolífera nacionalizada – en manos del Estado. También es posible pedirles a las empresas que paguen sueldos decentes, que respecten el derecho de los trabajadores a formar sindicatos, y solicitar a los gobiernos que actúen como agentes de redistribución de la riqueza mediante los impuestos y las subvenciones, con el fin de reducir al máximo las agudas desigualdades que caracterizan al Estado corporativista. Los mercados no tienen por qué ser fundamentalistas.


Keynes propuso exactamente esta combinación de economía regulada y mixta después de la Grande Depression, una revolución en las políticas publicas que dio lugar al New Deal y a transformaciones parecidas en todo el mundo. Era exactamente el sistema de compromisos, equilibrios y controles que la contrarrevolución de Friedman se dispuso a desmantelar metódicamente en todo el mundo. Bajo este prisma, la Escuela de Chicago y su modelo de capitalismo tienen algo en común con otras ideologías peligrosas: el deseo básico por alcanzar una pureza ideal, una tabla raza sobre la que construir una sociedade modélica y recreada para la ocasión.


Naomi Klein, "La Doctrina del Shock".
http://www.naomiklein.org/main

5.4.10

Mnemóbile


Amo a chuva caindo sobre Avignon, com todas as suas recordações. Há certa luxúria melancólica no sentimento de que todos partiram e de que se está completamente só. Os melhores lugares para experimentar isso são as estações ferroviárias desertas, à noite, saguões vazios de aeroportos, cafés que ficam abertos a noite inteira, na cidade.

Lawrence Durrel, "Lívia ou Enterrada Viva"

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Adoro esta expressão: luxúria melancólica, é a luxúria melancólica da saudade, das pausas, da rememoração, seja memória real ou imaginária. Como dizem os portugueses: "a alegria gostosa de ser triste". E nada estimula mais esta luxúria do que a luz branca que entra pelas janelas, filtrada pelas chuvas, refletida na vastidão do cerrado.

Estas chuvas, mais intensas antes de desaparecer e voltar apenas no final do ano, geram saudade. Saudade tanto do presente que ainda vivemos, mas que se nega, coberto pela chuva, quanto do passado não vivido.

Sentada em frente à janela, a chuva me provoca uma viagem: começo pela memória da infância, de olhar por outra janela, na casa de meus avós maternos - pela casa, ressoa os exercícios de piano de meu avô, pela casa, procuro objetos mágicos (uma caixinha com escritos dourados em alemão; uma pequena estatueta de um simpático buda; um cartão postal em francês cujo destinário não decifro). Continuo a viagem até o tempo da minha escolha, com saudade desta memória imaginada, construída através da literatura: o entre guerras para o qual Durrell sempre volta em seus livros, os anos 40 na Europa, na França, e imagino a sexualidade solene daquela época, certamente trágica, e a possibilidade de solidão real e de desaparecimento que a tecnologia matou.

3.4.10

Achado!

Uma estranha proposta: se música fosse literatura, que histórias contaria?

No link: http://www.mojobooks.com.br/index.php